Precioso niño mío,
mi amor, mi lucero encendido,
quisiera regalarte la inocencia,
para todos los días de tu vida,
quisiera asegurarte la ternura,
el calor de los brazos amantes,
de una buena mujer, dulce y pura,
que te ame y del mundo no te aparte,
que no dé cabida en ti a la amargura,
que con la luz transparente de sus ojos,
llene siempre a tu alma de fuerza,
ayudándote a aliviar esas horas duras,
alegrándote con su contagiosa sonrisa,
en esos momentos de inevitable tristeza.
Una mujer que te despierte cada día con un beso,
y todo su cariño te entregue así estés cerca o lejos,
que te guarde en sus pensamientos siempre,
para que la soledad nunca en tu alma entre.
Es que se vive todo tan apurado,
vuelan tan rápidos los días,
que aunque hoy te balanceas feliz con tu rueda,
tu mañana amanecerá ya pronto,
y tus horas de juego estarán vencidas,
así es que disfruta feliz lo que de hoy queda,
junta valor para enfrentar una ruta desconocida,
que si tú vas dando amor, serás bien correspondido,
y no habrá en el mundo para ti nada mejor,
que una mujer que te entregue su corazón encendido.
María Elena Astorquiza V.
Santiago, 14 de Julio del 2010
http://enmiplaya.blogspot.
2 comentarios:
Bellisimo poema,feliz de que este publicado aqui y les mando un beso grande a las dos.Mayte y Maria las quiero mucho.
¡¡gracias Elisa un abrazo
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