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lunes, 17 de diciembre de 2012


Y UN PECHO QUE CURE SUS SINSABORES POR LUISA GARCIA
Nata de miedo se balancea en las nubes
cae gota a gota supurando dolor y frío.

El mendigo ha perdido su rincón
con rumor de mar soleado
los centavos esmirriados
su sitio cálido a la orilla de la pena
ahora chapotean los pies
abanicando su rostro humedecido
no se sabe si por sus lagrimas
o por la inmisericorde lluvia plateada.


El no tiene piernas
en algún lugar de este mundo
las dejo embarradas de tristeza
pero en su rostro brillan cuentas azules
que aun alegran en mitad de la tarde.

Ohh lluvia lastimera y dolorosa
detente, por piedad, ya es hora
ese hombre necesita el calor de antes
matar el hambre que lo mata siempre
y un pecho que cure sus sinsabores!

LUISA GARCIA
13-12-12

Mario Benedetti
No te rindas

No te rindas, aún estás a tiempo
De alcanzar y comenzar de nuevo,
Aceptar tus sombras,
Enterrar tus miedos,
Liberar el lastre,
Retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
Continuar el viaje,
Perseguir tus sueños,
Destrabar el tiempo,
Correr los escombros,
Y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se esconda,
Y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma
Aún hay vida en tus sueños.
Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo
Porque lo has querido y porque te quiero
Porque existe el vino y el amor, es cierto.
Porque no hay heridas que no cure el tiempo.
Abrir las puertas,
Quitar los cerrojos,
Abandonar las murallas que te protegieron,
Vivir la vida y aceptar el reto,
Recuperar la risa,
Ensayar un canto,
Bajar la guardia y extender las manos
Desplegar las alas
E intentar de nuevo,
Celebrar la vida y retomar los cielos.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se ponga y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma,
Aún hay vida en tus sueños
Porque cada día es un comienzo nuevo,
Porque esta es la hora y el mejor momento.
Porque no estás solo, porque yo te quiero


Foto: Mario Benedetti
No te rindas

No te rindas, aún estás a tiempo
De alcanzar y comenzar de nuevo,
Aceptar tus sombras,
Enterrar tus miedos,
Liberar el lastre,
Retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
Continuar el viaje,
Perseguir tus sueños,
Destrabar el tiempo,
Correr los escombros,
Y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se esconda,
Y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma
Aún hay vida en tus sueños.
Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo
Porque lo has querido y porque te quiero
Porque existe el vino y el amor, es cierto.
Porque no hay heridas que no cure el tiempo.
Abrir las puertas,
Quitar los cerrojos,
Abandonar las murallas que te protegieron,
Vivir la vida y aceptar el reto,
Recuperar la risa,
Ensayar un canto,
Bajar la guardia y extender las manos
Desplegar las alas
E intentar de nuevo,
Celebrar la vida y retomar los cielos.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se ponga y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma,
Aún hay vida en tus sueños
Porque cada día es un comienzo nuevo,
Porque esta es la hora y el mejor momento.
Porque no estás solo, porque yo te quiero.


Orion Celeste

Es mi deseo que esta nueva semana que comienza sea colmada de paz, salud, trabajo y mucho amor...!!! Los quiero mucho.

ESTAMOS EN EL MES DE LOS AGUINALDOS... / Un abrebocas narrativo para los que esperan mis libros...
de Jose Ignacio Restrepo Arbelaez
ERA JUEVES, SIETE, DEL MES SIETE ( Fragmento )
por José Ignacio Restrepo
 
La carta se cayó, dejando ver la trampa preparada. Ancízar no alcanzó ni a musitar yo no fui, cuando seis manos cerradas cortaron el aire de forma frenética, buscando su rostro y su liviano plexo, y luego lo tomaron como a saco de boxeo que se muda sin cuidado de gimnasio. Después de hacer diana sobre él tantas veces, ya no sabía si al final iba a salir con vida de ese juego de cartas, que en mala hora pensó podría ganar. La verdad era que ese siete de picas no era de las suyas, y con seguridad el truco había sido preparado para excluirlo del juego y así repartir entre los tres que le acompañaban, los casi dos mil dólares que había colocado en el pote de la apuesta…Lo había pensado al comenzar, pero uno casi nunca respeta aquello que le brota desde bien adentro, con esa voz quejumbrosa y femenina que le advierte que lo que se dispone a hacer es una absoluta y total estupidez. Completar de último un grupo exiguo de tres jugadores, entre los cuales solo a uno distinguía vagamente, equivalía a llegar de último a la vida de tres amigos, que solamente esperarán un cuarto de hora como máximo, para tumbarlo de la silla y quedarse con lo suyo. Equivalió. Justo eso.
 
Ancízar se recorrió el rostro con las yemas de los dedos de una sola mano, mientras la otra hacía de palanca para poder ponerse nuevamente en pie…Debía alejarse de allí, no era un sitio para hacer de ciudadano insistente pone quejas. Miró para ambos lados, su sentido de la supervivencia estaba tan agudo y maltratado, que cualquier sombra le hacía dar un respingo. No tenía ni para tomar un taxi, pero de algún modo tendría que negociar su regreso al apartamento. En el cajón de la cómoda tenía para pagar, tenía incluso con que ir a otro sitio para tratar de recuperarse. El solo pensamiento le  causó un agudo padecimiento en sus costillas, que parecía ser el lugar de su cuerpo que había recibido mayor castigo.
 
Salió a la avenida. Al tercer intento, un taxi lo recogió y sin mirarlo alevosamente por el sitio donde se hallaba o por la hora, le preguntó hacia dónde iba. Él contestó que lo llevara a Pelayo y Otálora, y el conductor puso segunda, y aceleró. Parecía querer hacer rendir la  jornada nocturna, y eso que apenas eran las doce pasadas. Casi al llegar, Ancízar le explicó como quien no quiere la cosa, que debía aguardarlo un poco pues le habían robado, y para cancelar el servicio debía subir a su piso y sacar el importe de la cómoda. El taxista le dijo que perdiera cuidado pero que no se demorara. Al salir del auto, se apresuró mientras se felicitaba, pues al menos le había tocado un profesional, una persona sin prejuicios y equilibrada. Era algo para sumar en esta noche dolorosa.
 
Subió las escaleras de dos en dos, y la cabeza le dolió, como si de nuevo estuviera recibiendo los manazos, que no hace una hora le habían propinado unos nuevos “amigos”. Al regresar, el hombre encendió la máquina. Ancízar le entregó un billete grande, sabiendo que quedaría un poco menos de la mitad para devolverle, pero en un arranque imprevisto en él pero de alguna manera motivado, le dijo que se quedara con el cambio. El conductor sonrío, pero le contestó que su política era no aceptar propinas. Arrancó, dejándole el reembolso completo en la mano derecha, la de tirar los dados y ganar. Supo que con ese dinero, empezaría la siguiente apuesta.
 
Ancízar se recostó en la silla, sin ganas de dormir, pues sentía el peso de los golpes recibidos sobre todo en su pecho y también en el rostro. Con dificultad se reincorporó. Encendió la luz del vestíbulo y miró con cuidado en el espejo el daño recibido. Un pequeño corte en el superciliar derecho, raspaduras en ambos pómulos y en la oreja izquierda, sobre la que había caído tras recibir el puntapié de aquel que pensó era un jugador conocido. Se quitó la camisa y observó el plexo, donde ya empezaban a surgirlos moretones. Fue a la cocina, y colocó todo el hielo que pudo en uno de los guantes de lavar, lo anudó y lo puso contra la zona adolorida, pasándola de un lugar a otro, un momento aquí, otro allí. Se pasó el rato previo al alba, colocándose hielo en donde sentía dolor, hasta que el mismo sueño obró como calmante y lo venció sin resistencia de su parte.
 
OooooooO
 
Raquel se sirvió otra copa, y observó cómo se terminaba definitivamente la botella. Contra su naturaleza metódica y ordenada, había rasgado la etiqueta desde hacía un buen rato, y ahora lucía como si se acabara el remanente de alguna reunión de amigos, o de un encuentro social planeado para finiquitar algún negocio. Era mentira. Ya casi se había tomado 950cc de un Bordeaux francés, algo joven para su gusto pero perfecto para intentar emborracharse. Y, no lo había logrado, tal era su determinación por permanecer lo suficientemente consciente, como para no poder olvidar que había perdido el dinero que le habían encomendado, lo correspondiente a las pensiones de doce empleados de una fábrica de jabón, en la cual hacía de abogada y asesora de finanzas. Bueno. Quizá éso solo sería hasta hoy, cuando el revisor advirtiera el faltante y lo comunicara a la Gerencia. Casi seis años de esfuerzos laborales tirados a la basura, todo por su ambición de llegar a alguna parte mejor antes que todos, sin un plan, guiada únicamente por su maldita e inexistente intuición. Como si esa mierda tuviera algo de método o maldita consistencia. Iba a dar con sus huesos y con su culo bien formado por horas y horas de gimnasio, al suelo frío de la cárcel. A partir de mañana, como en el tema de Alberto Cortez que había sido su favorito cuando terminaba la prepa,tendría el estatus que se merecía, con un enterizo anaranjado, una sola dirección postal, y algunos años para dirimir esta distancia entre lo buscado,lo esperado y lo logrado. Como la maldita botella de vino, que hace horas pensó que no acabaría y ahí estaba, vacía como su martirizada alma de niña buena, maldito bagazo de las monjas del Liceo de la Buena Esperanza.
 
Desde el sofá de su pequeña sala, que no había visto una reunión social desde aquella lejana fecha del año pasado cuando inaugurara el piso, observó el living de paredes mandarina bajo la extraña luz color agua, y luego la puerta entrecerrada del cuarto de baño, donde el sonido de abrir y cerrar de un frasco de pastillas le hacía caricias en el oído para que fuera hasta allí y le rescatara de su soledad inmensa, envuelto como estaba en el aroma farmacéutico de "solamente yo puedo curar tus aflicciones". Había comenzado a tomar pastillas para dormir desde hacía unos meses, cuando empezó a sentir que la tensión espantosa de su día de trabajo no disminuía naturalmente al sentir deseos de irse a la cama, y por el contrario aumentaba cuando era ya necesariamente urgente que su cuerpo y su mente reposaran. Todo tenía su origen en ese maldito hábito que había adquirido en las vacaciones. Allí en las islas, en la noche sin fin con olor a playa y a comidas exuberantes, sin que nadie la vigilara y en medio de un absoluto enamoramiento que nunca antes había sentido, se entregó a la pasión del juego y se convirtió desde entonces en una compulsiva visitante de cuanto garito descubría. Llevaba casi un año jugando.
 
El frasco de pastillas le hacía murmullitos, pero estaba tan frenética que sabía que ni siquiera seis o siete píldoras le harían el efecto deseado. Más allá, lo sabía, corría el riesgo de producirse una lesión o simplemente, quedar en su cama dormida de una vez por todas. Y de eso no se trataba, el desespero no era tanto como para observar ese extremo en este momento. Por lo menos, no aun. Se rió ante la vana idea de terminarlo todo. Caviló idioteces sobre el concepto de la muerte, la imaginó como una dama solitaria que se sienta al lado de cualquiera, solamente con el deseo nunca satisfecho de ver algo diferente en sus ojos, y ante el misterio de advertirlos tan vacíos decide causarle algún dolor en el pecho, agudo, sin matarlo de un golpe, solo para ver cómo reacciona, de qué tamaño es su miedo.Luego pensó en la suerte y la imaginó muy parecida a la primera imagen, una dama solitaria que busca a quien beneficiar, para brindarle un motivo de alegría y ver cómo cambia la cara del jugador ante este suceso de fortuna. La imaginó, mejor, como un investigador que hiciera pruebas de acierto-error, dando una ojeada a quien juega y gana, para completar un estudio gigantesco del que nadie tiene noticia, pero que actualmente se ejecuta.
 
Raquel decidió abruptamente salir a probar esta noche, a pesar de que estaba casi borracha. Ya otras veces se había quedado sin dormir, buscando en un acto desesperado recuperarse de su presente escabroso, donde el pronóstico era tan negro que hasta el frasco de pastillas se sentía ganador y noche tras noche estaba aguardando que ella tomara la última decisión de destaparlo, mandándose su interior de una buena y postrera vez. Bajó, y con solo sentir el aire que entraba por las celosías al garaje, recuperó buena parte de su sobrio talante, entró al auto, calentó el motor durante medio minuto y luego partió rauda con dirección al downtown…

   AMOR SALVAJE ( MERCEDES PASTOR )                                             
 Arráncame la piel   
Pega tus labios a los míos
¡ quiero besarte toda la noche , amor ¡

 Enlaza tus piernas con las mías
dame toda tu pasión en esta 
salvaje noche de amor

Muévete sin miedo
no tengas pudor 
que no es nada malo
hacer salvajemente 
el amor.

 Quiero que me toques 
siento en las entrañas 
como si una tormenta 
llenara la habitación
Húndete en la cama
lánzame al vacío 
varias veces , amor 

 Mercedes Pastor
16-12-2012

Jose Huete García

UN HUECO VACÍO EN EL ALMA

Está triste el parque
Ya no pueblan bicicletas el verano
Ni en manos de los niños
Rueda amaestrado el aro.

Ya no trinan los jilgueros
Ni cantan los ruiseñores
Ni sonríen los rosales
Gozosos de mostrar sus colores.

Ya no se pueblan los bancos
Que en la penumbra se esconden
De amores cogidos de la mano
Ocultando deseos insomnes.

Ya no salta cantarina el agua
Desbordando de risas la fuentes
Cuando un barquito de papel
En ella irremediable se hunde.

Está triste mi ciudad
Se secó la vida en sus calles
Un manto pétreo y gris
La llenó de un metálico enjambre.

Ya no encuentran las huellas
De los sueños arrebolados
Los de mis pies caminantes
Que paso a paso la dibujaron.

¡Mi ciudad es una cuartilla en blanco
De los versos solo queda la piel
Ya nadie la escribe con los pies
Ni con el corazón en la mano.

(José M. Huete García. Diciembre 2012)
fotografia de:Guy Louis Banarès (París, Francia, 2 de diciembre de 1928 - 29 de marzo de 1991)  fotógrafo de modas y de publicidad francés
Guy Bourdin (62)




Las sombras son momentos, son como ráfagas fugaces que pasan... la luz es perenne, el devenir no la conmueve, permanece en el universo, con su proyección atemporal... Apuesta a la luz... apuesta a la eternidad...

Raquel Norma Smerkin Roitman



Humor grafico (ESPERA A QUE SE MUEVAN LAS CARICATURAS.)