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jueves, 8 de abril de 2010

IMAGENES DE MARES







abstracta

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MI AMOR


Cuanto necesito tu presencia Me moriría si no te tuviera Eres mi luz y mi guía Como te miro dormido Cuanto me gustan tus labios Tanta ternura en tu alma Que llena me siento contigo Estoy protegida a tu lado Llena de amor y esperanzas Que bueno el haberte encontrado

SI TU SUPIERAS


Si tú supieras cuanto te amo en silencio
Para mi tus palabras me suenan a música
Cuantas lágrimas derramadasAñadir imagen
¡Cuantos silencios al aire!
Si tú supieras cuanto te sueño despierta
Y tú sin notar mi presencia
Que con solo una sonrisa
Das felicidad a mi vida
Si tú supieras cuanto te anhela mi alma
Con solo rozarme la mano
Solo con sentir tú aliento
Me muero por poder romper esta barrera
Si tú supieras,¡Cuánto te amo en silencio!

EL REINO ASTUR


Asturias no tuvo más nombre que este, pues antes de ser llamada así, no fue llamada de ningún modo Por él, sus ribereños fueron llamados astures y su capital Astúrica Augusta.Un territorio que, fue llamado a veces LA TIERRA DE LAS ASTURIAS

Muere Alfonso en el año 757, sucediéndole su hijo Fruela. Este tuvo que afrontar ataques islámicos a lo largo de su ya extendido territorio, pero también tuvo problemas por la falta de unidad racial e histórica de las comunidades humanas que integraban el reino.

El núcleo cantabro-astur, tenía lazos comunes, favorecidos por la vecindad y semejanza del solar histórico, por las luchas comunes contra los invasores celtas, romanos y visigodos, la alianza matrimonial entre Ermesinda –hija de Pelayo- y Alfonso –hijo del duque de Cantabria- y el común caudillaje de ambos pueblos por este rey. Pero no existían las mismas vinculaciones raciales y culturales con las dos marcas de oriente y occidente: Vascónia y Galicia. Los tenues enlaces que unían a Galicia y Vascónia con el resto de Asturias se quebraron reinando Fruela. No sabemos si fue por el reconocido temperamento violento del monarca o por las diferencias históricas y raciales, o por los deseos separatistas de Gallegos y Vascos, pero sea la razón que fuere, este rey tuvo que combatir y someter a los susodichos pueblos. De entre los prisioneros vascos, destacó una cautiva llamada Munia, que resultó ser del agrado del rey, y con el que tendría más tarde al que sería Alfonso el Casto. Esta sangre Vasca, fue decisiva para unir los vascos al reino de Oviedo. Debemos también la ciudad a este rey, fundándola sobre la colina llamada de antiguo Ovetao. Un presbítero llamado Máximo, se había establecido allí en el 761, junto a sus gentes, que fueron aplanando y roturando aquel monte, fundando un cenobio bajo la advocación de San Vicente. El monarca fundó allí una iglesia consagrada al Salvador y otra a los mártires San Julián y Santa Basilisa.

“Por los suyos fue asesinado Fruela en Cangas”, dice la Crónica de Alfonso III. Según parece, este rey mató por su propia mano a su hermano Vímara, se supone que por la competencia por el trono, y ayudado por el carácter violento suyo. Seria asesinado entonces por los partidarios de su hermano, hecho esto en el año 768, dejando un niño de cuatro años, más o menos.

Su sucesor es su primo Aurelio, monarca este que se caracterizo por la paz con los musulmanes, uno porque ellos se peleaban entre si y no tenían tiempo para Aurelio, y otro que este rey tuvo que hacer frente a una rebelión de siervos. No sabemos el motivo ni la zona donde comenzó, pero si que fue de gran volumen, siendo necesaria la intervención directa del rey. Deja este mundo en el año 774, de muerte natural.

Es sucedido por Silo (marido de Adosinda, hermana de Fruela I, hija de Alfonso I y nieta de Pelayo) . Vivió en paz con los ismaelitas “ob causan matris”, por causa de su madre; misteriosa declaración sin resolver hoy en día. Este rey tuvo problemas de política interna, teniendo que aplacar nuevamente el levantamiento de “toda la Galicia”, haciendo ver que no se trataba de una rebelión de personas concretas, sino de todo el territorio. Tuvo lugar la lucha en Monte Cupeiro, siendo decisiva para la definitiva unión al reino Astur, pues desde entonces no se alzó, como colectividad, contra el reino de Oviedo. Este rey estableció la corte en Pravia, y muere en el 783.

Leyenda de las cien doncellas

Para mantener la paz entre el reino de Asturias y el de Córdoba, el rey Mauregato firmó el conocido tributo de las cien doncellas por el que se comprometía él y sus sucesores a la entrega cada año de cien doncellas cristianas: cincuenta pertenecientes a familias nobles y cincuenta del pueblo. Muchos nobles se opusieron a este pago y surgieron muchos leyendas sobre la liberación de varias doncellas. Familias, como los Miranda, tienen armas en su escudo que recuerdan este episodio. El tributo de las cien doncellas fue suspendido en tiempos de Ramiro I.

No hay en las crónicas ninguna referencia a este suceso. La primera mención del mismo, aparece en el Privilegio de Ramiro (votos de Santiago). De este documento se conserva una copia del siglo XII, aunque el supuesto original estaría fechado en 25 de mayo de 844.
TAMBIEN DICEN:

Esta leyenda se vincula al nombre de la población de El Entrego en el concejo de San Martín del Rey Aurelio, e incluso con el derecho de pernada, que tendría en este tributo indigno su raíz histórica.

El rey usurpador Mauregato había pactado con los mahometanos, invasores de Asturias, la entrega de cien doncellas como tributo.
El 18 de septiembre de 793 entraron en Oviedo los encargados de reclamarle a Alfonso II el ignominioso botín.
Mientras el pueblo pedía ayuda a los cielos para impedir el escarnio, de entre un grupo de caballeros armados surgió un grito.
- ¡No se las llevarán!

Quien así clamó no era otro que Fruela, quien, a pesar de los intentos de un anciano por aplacarle seguía bramando.

- ¿Que respeto merecen esos reyes pusilánimes que no tienen valor para pelear y sí la cobardía de consentir este oprobio.
- La cólera te ciega, le contestó el anciano.
- No fue ninguno de nuestros monarcas quien estableció tal pacto. Un bastardo usurpador, Mauregato, hijo de mujer infiel, compró el apoyo de los de su casta para mantenerse en el trono, e inventó este vasallaje.
- ¡No se las llevarán!, clamaba todo el pueblo.
El viejo se impuso al griterío y dijo:

- Escuchadme por última vez. Calmad vuestra cólera. Si persistís, luchad lejos de la ciudad y aseguraros que nadie pueda culpar a nuestro rey.

En pocos días se organizó un pequeño ejército, que, armado de garrotes, venablos, aperos de labranza y algunas espadas melladas se reunió en el lugar prefijado.
Al amanecer del día de la entrega, el grupo esperaba a la caballería musulmana apostado en las cortaduras de una garganta. Cuando los últimos jinetes hubieron entrado en el barranco se desató una tormenta de gritos a la que siguió el ensordecedor ruido de enormes peñascos empujados desde las alturas sobre los confiados soldados.
Tras las piedras, fueron los asturianos los que se abalanzaron sobre los que aún no habían sido heridos por la avalancha, y aún estos fueron rematados con ira.
De pronto, el que parecía el jefe del destacamento, asió a una de las cautivas y la subió en la grupa de su caballo lanzándose a galope tendido.
Fruela lanzó un grito desesperado. La joven no era otra que Jimena, su amada. Entonces, cogió el corcel de uno de los caídos y se apresuró a perseguir al huido. Al llegar a su espalda apuntó con su lanza al caballo del musulmán y le derribó, logrando tras un feroz combate cuerpo a cuerpo salvar a la doncella.
Tras la batalla, las cien jóvenes fueron rescatadas. Los héroes y las damiselas fueron recibidos en Oviedo entre el júbilo general.

¡¡COMO ME DUELE!!


Siento dentro de mí como un rayo atraviesa mi cuerpo Como recorre sin cesar e irrumpe en mi sangre Eres tú como un maldito vendaval, que traspasa mis sentidos Quiero alejarme de ti, pero no puedo Soy débil y es que aun te quiero Necesito otros campos otras eras Para plantar otro fruto, que acoja en el mi pena, Como una derrota te llevo, aquí inyectado en mi vena Porque eres como una droga lacerante y casi eterna En otras tierras sembrare y se que se ira mi condena Hasta entonces buscare refugio lejos de tu hoguera Y es que más que calentarme me quema Ya no tienes amor ya no hay manera No hay ternura ni risas ni cálido fuego Te los llevaste de mi vera Seguiré sola por la vereda Y encontrare otro amor Que me respete y me quiera MAYTE ARENAS

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