Seguidores

viernes, 27 de julio de 2012



Resumen Biográfico Alex Alemany




Nació el 5 de Enero de 1943 en Gandia (Valencia), cursando los estudios de Bachillerato en el colegio de las Escuelas Pías de esta ciudad.

En 1960 ingresó en la Escuela de Artes y Oficios de Valencia haciendo los estudios preparatorios para la Academia de Bellas Artes de San Carlos, donde ingresó en 1961, recibiendo las enseñanzas de Francisco Lozano, Enrique Ginesta, Genaro Lahuerta, Felipe M' Garín, etc.

En 1965 viaja a París, ampliando estudios con artistas contemporáneos.

En 1966 repite esta experiencia, prolongando su estancia en Francia.

En 1968, amplía estudios en Londres en la National Portrait Gallery.

Hasta 1970, viaja y experimenta varias tendencias pictóricas, incidiendo en el abstracto expresionista. En estos años de juventud, abordó muchas tendencias de vanguardia, sumergido en la corriente general, hasta encontrar su propio estilo, cada vez más coherente con su sensibilidad poética.

En 1975, pintó las primeras obras de retorno al realismo, intuyendo acertadamente el movimiento asumido y seguido por otros artistas internacionales, bajo el nombre de realismo mágico. Desde 1975 a 1978 se instala en Madrid, alternando los retratos sociales con sus trabajos de contenido surrealista.

El realismo (y en algunas obras hiperrealismo) de Alex Alemany, fue derivando hacia un inconfundible estilo propio, fruto de una introspección personal, distanciándose progresivamente de la frialdad de otros conceptos realistas, deudos de la fotografía, como el realismo americano. La obra de Álex Alemany es un nexo entre lo literario y lo pictórico. Buceando en sus propias sensaciones, sentimientos y conceptos, nos los comunica con la credibilidad de su técnica preciosista, haciéndonos participes del clima del cuadro e identificándonos con las cosas que en él nos cuenta:

Metáforas poéticas e imágenes del fondo de subconsciente y el mundo onírico. De hondo contenido poético, los elementos y figuras de sus obras están tratados con "licencias poéticas" y los simbolismos utilizados son de tal sutileza, que apresan al espectador, estimulándole la capacidad de interpretar. Esta obra, puede producir cualquier efecto menos la indiferencia; y el lenguaje utilizado, enriquece su lectura. Sus inquietudes eclécticas, provocan esporádicas incursiones en otros estilos: composiciones formalistas, pintura social, expresionismo, etc.

A lo largo de su producción, hay gran cantidad de retratos, corno prueba de su predilección por la figura humana; pero incluso esta difícil disciplina, Alemany ha sabido incorporarla al estilo y carácter poético de su obra; interpretando no solo el aspecto físico del personaje, sino su personalidad y perfil psicológico, mediante simbolismos, consiguiendo así un enfoque total y completo del retratado; distinto del concepto convencional del retrato "académico".

Entre los personajes de su labor retratista se cuentan SS.MM. Los Reyes de España, varios miembros de la Familia Real, rectores de Universidades, académicos, Presidentes de Diputaciones, Alcaldes, Decanos de Notaría, Derecho, Medicina… etc. e innumerables particulares

La totalidad de su obra pertenece a colecciones privadas y museos. Por principios personales jamás ha participado en concursos ni optado a premio alguno. De 1993 a 2004, presidió el Círculo de Bellas Artes de Valencia. En 1998 fue nombrado Académico Electo de la Real Academia de Cultura Valenciana. En la actualidad vive y trabaja en Valencia.
Sus obras aquí:http://www.alexalemany.com/index.html


Carmen Hernández Rey

ACANTILADO

Angostado hilván que se frunce
entre tu piel y mi piel
desenfocado y ebrios dardos
que sin acertar dan en la diana
más certera del firmamento
de tu cuerpo y mi cuerpo,
en ese acantilado de la memoria
hecho noria…
Y
Entre tu cárcel y mi cárcel
ascienden las esposas que a ti
me religan sin pena,
Y
A mí te reatan
en esas bajuras y piélagos
donde, fiel te proyectas
en la óptica camuflada cual fiel
libélula.

Eres ese acantilado donde vacio
mi mesa, doblo el mantel
retiro la copa
de todas las promesas
vacio el vino de aquellos
viejos odres
de otros tiempos donde
no poseía:
horizontes,
mar
luna
lápiz
papel…

¡Ni tan siquiera una calle
con estrellas!

Liviana borda para coser
estas y otras letras
que digan lo que mi boca
no nombra,
y bordar sobre el lino
de este corazón
de amor ensimismado
y cantar al mar que emerge
sobre los acantilado
y se esconde en tu maleta
mi maleta.

26.7.2012
© Carmen Hernández Rey
Todos los derechos del texto reservado
Foto de Google Pintura de alex alemany


Alquimista Estupefacto Pensamientos Fallidos

Sexo oral (poema)

Una mujer que lee poesía en voz alta
es esa escena sexo oral
donde la imaginación sigue los rastros de su acento
camuflándose el vértigo en su dialecto
llenando nuestros oídos de licor con su vocabulario
dejando en los poros una extraña inflamación
ellas asfixian la ensoñación con la lava de su cerveza
por eso de ellas tengo una biblioteca
son sirenas de los párrafos que nos abren la bragueta
arrancándonos la transpiración con su silueta de menta
regando sus encajes de libro
por mis lugares escondidos
por eso yo las escucho de espaldas
recogiendo sus astillas
para después hacerlas un cigarrillo
y fumarme sus subterráneas mejillas
eyaculandome su aliento
mientras a todos con su sombra nos masturba el cerebro.

A.E

MIA
de William Trinidad
Una sonrisa,
Una Mirada,
Un beso en primavera,
Tenerte entre mis brazos,
Que más puedo pedir?
Si no comerte a besos,
Saborear los cerezos,
La miel de tus labios,
Las caricias de tu piel,
Amanecer entrelazados
Que la luz del dia revele
Tu rostro ante el mio
Que tu mirada se refleje en la mia,
Amarte todo el dia,
Y repetir la noche dia a dia
Amor,
Todo lo que quiero de la vida
Simplemente es …
Que seas mía!



Raquel Norma Smerkin Roitman

Hay un paraíso

Hay un paraíso que dilata mis pupilas, en donde crecen los afectos y se va la voz del amor, junto al viento...
Hay un paraíso en donde no existe la noche, porque el sol alumbra sin cesar, deja su huella intensa sobre el surco de la tierra, y para compensar su calor, el agua viene con urgencia, a humedecer sus tristezas para que las plantas crezcan y nada perezca invadido por el temor...
Hay un paraíso en el cual no existe el dolor, todo es luz y armonía, festeja el corazón una gran fiesta de amor sincero y pura fraternidad...
Hay un gran paraíso, lo tienes dentro tuyo, cuando sientes tus valores, cuando recuperas tu honor, cuando rejuveneces de felicidad, con la cara mirando al sol... Ese paraíso eres tú, ese paraíso soy yo...

Raquel Norma Smerkin Roitman


Raquel Norma Smerkin Roitman

Luna navegante

Vi perderse la luna, entre la bruma y el mar, una noche en que ella no quiso quedarse quieta, deseosa estaba de salir a navegar... Quiso ser tripulante de una estrella, montarse en ella y dar rumbo a su libertad, rompiendo la esclavitud que la condenaba a estar siempre firme en su lugar, el ser luna, y nada más...
Vi perderse la luna, un gran esfuerzo realizó para tomar la decisión, de dejar de ser ella, hasta que la noche con sus ruegos de tanto extrañarla, que volviera, le pidió...
Regresó más bella que nunca, y su reinado ocupó, luego de saberse distinta, probar que sentía al dejar de ser lo que era, y navegando con los sueños consumados, alumbrar con más fuerza, un mar sediento de sus brillos dorados...No era una luna cualquiera, era esa luna de ilusiones nuevas, de cambios constantes, de metamorfosis delirantes, que quería ser por unos instantes, una luna navegante...

Raquel Norma Smerkin Roitman

RAPHAEL - BALADA DE LA TROMPETA 2011 !!!!!


Poema Balada de Gabriela Mistral

Él pasó con otra;
yo le vi pasar.
Siempre dulce el viento
y el camino en paz.
¡Y estos ojos míseros
le vieron pasar!
Él va amando a otra
por la tierra en flor.
Ha abierto el espino;
pasa una canción.
¡Y él va amando a otra
por la tierra en flor!
El besó a la otra
a orillas del mar;
resbaló en las olas
la luna de azahar.
¡Y no untó mi sangre
la extensión del mar!
El irá con otra
por la eternidad.
Habrá cielos dulces.
(Dios quiera callar.)
¡Y él irá con otra
por la eternidad!



Poema Atardecer de Gabriela Mistral

Siento mi corazón en la dulzura
fundirse como ceras:
son un óleo tardo
y no un vino mis venas,
y siento que mi vida se va huyendo
callada y dulce como la gacela.
Fotografia de :
Elena codina http://www.fotocommunity.es/pc/account/myprofile/995563


Poema Razones Y Paisajes De Amor de Alfonsina Storni

I
AMOR
Baja del cielo la endiablada punta
Con que carne mortal hieres y engañas.
Untada viene de divinas mañas
y cielo y tierra su veneno junta.
La sangre de hombre que en la herida apunta
florece en selvas: sus crecidas cañas
de sombras de oro, hienden las entrañas
del cielo prieto, y su ascender pregunta.
En su vano aguardar de la respuesta
las cañas doblan la empinada testa.
Flamea el cielo sus azules gasas.
Vientos negros, detrás de los cristales
de las estrellas, mueven grandes masas
de mundos muertos, por sus arrabales.
II
OBRA DE AMOR
Rosas y lirios ves en el espino;
juegas a ser: te cabe en una mano,
esmeralda pequeña, el océano;
hablas sin lengua, enredas el destino.
Plantas la testa en el azul divino
y antípodas, tus pies, en el lejano
revés del mundo; y te haces soberano,
y desatas al sol de tu camino.
Miras el horizonte y tu mirada
hace nacer en noche la alborada;
sueñas y crean hueso tus ficciones.
Muda la mano que te alzaba en vuelo,
y a tus pies cae, cristal roto, el cielo,
y polvo y sombra levan sus talones.
III
PAISAJE DE AMOR MUERTO
Ya te hundes, sol; mis aguas se coloran
de llamaradas por morir; ya cae
mi corazón desenhebrado, y trae,
la noche, filos que en el viento lloran.
Ya en opacas orillas se avizoran
manadas negras; ya mi lengua atrae
betún de muerte; y ya no se distrae
de mí, la espina; y sombras me devoran.
Pellejo muerto, el sol, se tumba al cabo
Como un perro girando sobre el rabo,
la tierra se echa a descansar, cansada.
Mano huesosa apaga los luceros:
Chirrían, pedregosos sus senderos,
con la pupila negra y descarnada.




“La soledad”"Todos invitados"
de Nicolas Ramos Lopez, el Viernes, 27 de Julio de 2012 a la(s) 2:36 ·

“La soledad”

La soledad… la caricia cuando todos marchan
cuando la tristeza nos abraza y se escapa el aliento
cuando los pensamiento vuelan a otros mundos
cuando se siente la amargura por dentro

La soledad…como el frio penetra en el cuerpo
te atrapa, te ciega, a veces te engaña
te envuelve en su mar violento deshaciendo la realidad
es voz que nos habla y nos saca del alma los recuerdos

La soledad…en blanco y negro nos hace ver las realidades
nos confesamos una y otra vez tratando de buscar las verdades
algunas fotos se quedan, como nubes grises en el paisaje
de un pasado que aunque lo disfraces esta presente

La soledad…amiga de las noches sin celos, sin reproches
cuando las manos con el cuerpo juegan, cuando surgen
los deseos y las ansias ya queman, invaden la mente
y ríos corren entre desiertos y hogueras

La soledad…es solo un motivo aceptado, que ha vencido
al pudor y el brío, romper sus cadenas es el camino
el derecho a la felicidad, el amor no se mendiga no es motivo
para dejar de soñar y hacer realidades los destinos


Nicolás Ramos López
RIMAS - Gustavo Adolfo Becquer LXXXI - XCVIII
LXXXI
Rima I
Poemas de Gustavo Adolfo Bécquer

Yo sé un himno gigante y extraño
que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de ese himno
cadencias que el aire dilata en las sombras.

Yo quisiera escribirle, del hombre
domando el rebelde, mezquino idioma,
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas.

Pero en vano es luchar, que no hay cifra
capaz de encerrarle; y apenas, ¡oh, hermosa!,
si, teniendo en mis manos las tuyas,
pudiera, al oído, cantártelo a solas.




Dices que tienes corazón, y solo

lo dices porque sientes sus latidos;

eso no es corazón... es una máquina

que al compás que se mueve hace ruido.





LXXXII



Fingiendo realidades

con sombra vana,

delante del deseo

va la esperanza.

y sus mentiras

como el Fénix, renacen

de sus cenizas.





LXXXIII



Una mujer me ha envenenado el alma,

otra mujer me ha envenenado el cuerpo;

ninguna de las dos vino a buscarme,

yo de ninguna de las dos me quejo.



Como el mundo es redondo, el mundo rueda.

Si mañana, rodando, este veneno

envenena a su vez, ¿por qué acusarme?

¿Puedo dar más de lo que a mí me dieron?





LXXXIV



A CASTA



Tu voz es el aliento de las flores,

tu voz es de los cisnes la armonía;

es tu mirada el esplendor del día,

y el color de la rosa es tu color.



Tú prestas nueva vida y esperanza

a un corazón para el amor ya muerto:

tú creces de mi vida en el desierto

como crece en un páramo la flor.





LXXXV



A ELISA

Para que los leas con tus ojos grises,

para que los cantes con tu clara voz,

para que se llenen de emoción tu pecho

hice mis versos yo.



Para que encuentres en tu pecho asilo

y le des juventud, vida, calor,

tres cosas que yo no puedo darles,

hice mis versos yo.



Para hacerte gozar con mi alegría,

para que sufras tu con mi dolor,

para que sientas palpitar mi vida,

hice mis versos yo.



Para poder poner antes tus plantas

la ofrenda de mi vida y de mi amor,

con alma, sueños rotos, risas, lágrimas

hice mis versos yo.





LXXXVI



Flores tronchadas, marchitas hojas

arrastra el viento;

en los espacios, tristes gemidos

repite el eco.



..............................



En las nieblas de los pasado,

en las regiones del pensamiento

gemidos tristes, marchitas galas

son mis recuerdos.



LXXXVII



Es el alba una sombra

de tu sonrisa,

y un rayo de tus ojos

la luz del día;

pero tu alma

es la noche de invierno,

negra y helada.





LXXXVIII



Errante por el mundo fui gritando:

"La gloria ¿dónde está?"

Y una voz misteriosa contestóme:

"Más allá... más allá..."



En pos de ella perseguí el camino

que la voz me marcó;

halléla al fin, pero en aquel instante

el humo se troncó.



Más el humo, formado denso velo,

se empezó a remontar.

Y penetrando en la azulada esfera

al cielo fue a parar.









LXXXIX



Negros fantasmas,

nubes sombrías,

huyen ante el destello

de la luz divina.

Esa luz santa,

niña de negros ojos,

es la esperanza.



Al calor de sus rayos

mi fe gigante

contra desdenes lucha

sin amenguarse.

en este empeño

es, si grande el martirio,

mayor el premio.



Y si aún muestras esquiva

alma de nieve,

si aún no me quisieras,

yo no he de quererte:

mi amor es roca

donde se estrellan tímidas

del mal las olas.



XC



Yo soy el rayo, la dulce brisa,

lágrima ardiente, fresca sonrisa,

flor peregrina, rama tronchada;

yo soy quien vibra, flecha acerada.



Hay en mi esencia, como en las flores

de mil perfumes, suaves vapores,

y su fragancia fascinadora,

trastorna el alma de quien adora.



Yo mis aromas doquier prodigo

ya el más horrible dolor mitigo,

y en grato, dulce, tierno delirio

cambio el más duro, crüel martirio.



¡Ah!, yo encadeno los corazones,

más son de flores los eslabones.

Navego por los mares,

voy por el viento

alejo los pesares

del pensamiento.

yo, en dicha o pena,

reparto a los mortales

con faz serena.



Poder terrible, que en mis antojos

brota sonrisas o brota enojos;

poder que abrasa un alma helada,

si airado vibro flecha acerada.



Doy las dulces sonrisas

a las hermosas;

coloro sus mejillas

de nieve y rosas;

humedezco sus labios,

y sus miradas

hago prometer dichas

no imaginadas.



Yo hago amable el reposo,

grato, halagüeño,

o alejo de los seres

el dulce sueño,

todo a mi poderío

rinde homenaje;

todo a mi corona

dan vasallaje.



Soy el amor, rey del mundo,

niña tirana,

ámame, y tú la reina

serás mañana.



XCI



¿No has sentido en la noche,

cuando reina la sombra

una voz apagada que canta

y una inmensa tristeza que llora?



¿No sentiste en tu oído de virgen

las silentes y trágicas notas

que mis dedos de muerto arrancaban

a la lira rota?



¿No sentiste una lágrima mía

deslizarse en tu boca,

ni sentiste mi mano de nieve

estrechar a la tuya de rosa?



¿No viste entre sueños

por el aire vagar una sombra,

ni sintieron tus labios un beso

que estalló misterioso en la alcoba?



Pues yo juro por ti, vida mía,

que te vi entre mis brazos, miedosa;

que sentí tu aliento de jazmín y nardo

y tu boca pegada a mi boca.





XCII



Apoyando mi frente calurosa

en el frío cristal de la ventana,

en el silencio de la oscura noche

de su balcón mis ojos no apartaba.

En medio de la sombra misteriosa

su vidriera lucía iluminada,

dejando que mi vista penetrase

en el puro santuario de su estancia.



Pálido como el mármol el semblante;

la blonda cabellera destrenzada,

acariciando sus sedosas ondas,

sus hombros de alabastro y su garganta,

ONT>

mis ojos la veían, y mis ojos

al verla tan hermosa, se turbaban.



Mirábase al espejo; dulcemente

sonreía a su bella imagen lánguida,

y sus mudas lisonjas al espejo

con un beso dulcísimo pagaba...

Mas la luz se apagó; la visión pura

desvanecióse como sombra vana,

y dormido quedé, dándome celos

el cristal que su boca acariciara.





XCIII



Si copia tu frente

del río cercano la pura corriente

y miras tu rostro del amor encendido,

soy yo, que me escondo

del agua en el fondo

y, loco de amores, a amar te convido;

soy yo, que, en tu pecho buscada morada,

envío a tus ojos mi ardiente mirada,

mi blanca divina...

y el fuego que siento la faz te ilumina.



Si en medio del valle

en tardo se trueca tu amor animado,

vacila tu planta, se pliega tu talle...

soy yo, dueño amado,

que, en no vistos lazos

de amor anhelante, te estrecho en mis brazos;

soy yo quien te teje la alfombra florida

que vuelve a tu cuerpo la fuerza de la vida;

soy yo, que te sigo

en alas del viento soñando contigo.



Si estando en tu lecho

escuchas acaso celeste armonía

que llena de goces tu cándido pecho,

soy yo, vida mía...;

soy yo, que levanto

al cielo tranquilo mi férvido canto;

soy yo, que, los aires cruzando ligero

por un ignorado, movible sendero,

ansioso de calma,

sediento de amores, penetro en tu alma.





XCIV



¡Quién fuera luna,

quién fuera brisa,

quién fuera sol!



..............................



¡Quién del crepúsculo

fuera la hora,

quién el instante

de tu oración!



¡Quién fuera parte

de la plegaria

que solitaria

mandas a Dios!



¡Quién fuera luna

quién fuera brisa,

quién fuera sol! ...





XCV



Yo me acogí, como perdido nauta,

a una mujer, para pedirle amor,

y fue su amor cansancio a mis sentidos,

hielo a mi corazón.



Y quedé, de mi vida en la carrera,

que un mundo de esperanza ayer pobló,

como queda un viandante en el desierto:

¡A solas con Dios!





XCVI



Para encontrar tu rostro

miraba al cielo

que no es bien que tu imagen

se halle en el suelo;

si de allí vino,

el buscaba su origen

no es desvarío.





XCVII



Esas quejas del piano

a intervalos desprendidas,

sirenas adormecidas

que evoca tu blanca mano,

no esparcen al aire en vano

el melancólico son;

pues de la oculta mansión

en que mi pasión se esconde,

a cada nota responde

un eco del corazón.



XCVIII



Nave que surca los mares,

y que empuja el vendaval,

y que acaricia la espuma,

de los hombres es la vida;

su puerto, la eternidad.



Poema Al Brillar Un Relámpago Nacemos de Gustavo Adolfo Bécquer

y aún dura su fulgor cuando morimos;
¡tan corto es el vivir!
La Gloria y el Amor tras que corremos
sombras de un sueño son que perseguimos;


Poema Retrato En Amatista de Antonio Porpetta

Dices muerte, y en tu palabra asoma
la cicatriz, el hielo,
la plenitud solemne de algún muro
que nunca sabrá nadie dónde fue construido,
qué jardines oculta,
qué regiones ardidas aprisiona.
A su conjuro acuden los pájaros más tristes,
se posan en tus manos
y derraman sus cánticos de luna
sobre tu piel que nace cada día.
Siempre
vence lo oscuro:
el grito de la ausencia, con su herida
tan honda y rescatada,
las pequeñas memorias
que el viento disemina como humildes cenizas,
la serpiente del frío
con sus ojos abiertos de carcoma.

Pero la muerte tiene
sus anchas claridades, universos
de ámbar, playas inagotables
de arenas como estrellas
donde el sol es más justo
y el mar lleva en sus alas un perfume
de inaccesibles rosas
que imanta y enamora.
¡Ah, su limpio lenguaje,
su mirada de madre
cuando entorna la vida entre sus brazos,
su sonrisa
tan pura y duradera!
Todo en ella es silencio,
prudente caminar entre los árboles,
pradera, junco, sueño,
cauce, vuelo de abejas,
lentísima esperanza.
Triunfa
desde todas las sombras,
pero guarda sus cálidos secretos
en la hermosa amatista de sus labios.

¿Y después? ¿Y después?…
La duda es una música
que lame nuestras médulas
con sus garfios de sangre:
Quizás sólo la noche.
Quizás un ancho río
de orillas serenísimas.
Quizás una dolida, inmóvil carcajada.
Antonio Porpetta



Cuando me paro a contemplar mi estado,
y a ver los pasos por do me ha traído,
hallo, según por do anduve perdido,
que a mayor mal pudiera haber llegado;

mas cuando del camino estó olvidado,
a tanto mal no sé por dó he venido;
sé que me acabo, y más he yo sentido
ver acabar conmigo mi cuidado.

Yo acabaré, que me entregué sin arte
a quien sabrá perderme y acabarme,
si ella quisiere, y aun sabrá quererlo;

que pues mi voluntad puede matarme,
la suya, que no es tanto de mi parte,
pudiendo, ¿qué hará sino hacerlo?