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miércoles, 14 de julio de 2010

Un cuento....un sueño...., de Lucía Domínguez

La arena brilla con la luz de la luna. Su luz da de pleno sobre la misma. Más allá a la distancia el ruido del agua, las olas rompen el silencio profundo de esta hermosa noche. Me voy acercando al agua, llego, levanto mi amplio vestido y sacándome el calzado entro al agua, que a pesar del calor, está fresca. Me recorre un leve temblor, pero permanezco en ella, quiero que el agua se lleve todo lo que hoy me abruma. Miro hacia las orillas, el exuberante color de las sabinas y el agua que acaricia mi piel van llevando el desasosiego a mi cuerpo. Por un instante cierro los ojos, traigo a mi mente el recuerdo de un bello arco iris, me inundo de luz pura, voy relajándome. Quiero que mi corazón se llene de bondad y de paz.

Extiendo mis brazos hacia el cielo, vuelvo a cerrar los ojos. Y un momento mágico me domina. Siento sus manos recorrer mi cuerpo y ellas me llevan hacia la orilla, me dejo conducir, sin abrir los ojos. Su aroma hace apurar mis sentidos. Sus manos están ahora sobre mis hombros, suaves, me acerca hacia él, me besa los labios, el cuello. Ahora lo siento en mi cabello, saca la goma que lo sujeta y los suelta, estos caen sobre mi cuerpo. Vibro con cada roce, con cada beso, con cada caricia de su voz, me estremezco, entre temblores que me dominan.

Está aquí conmigo, por fin ha llegado, me acuesta sobre la cálida arena, con plena conciencia me abro para recibirlo, para sentirlo en mi interior, sus manos, apuran las caricias y su boca busca la mía, goloso. Nuestros deseos se unen, se entrelazan como nuestros cuerpos.

Me amoldo, me ciño a sus deseos, tierna, cálida, enamorada. Enloquecidos, exultantes , llegamos hasta lo insospechado, ..... sacando todo este deseo acrecentado por la larga separación y la distancia.

Sin abrir los ojos que permanecieron cerrados durante este hermoso momento, descanso, con la espalda apoyada en la ahora ya fresca arena. Le escucho a mi lado. Me duele abrir los ojos, estirar la mano, pero debo hacerlo. La extiendo despacio mientras abro los ojos.

El dolor regresa a mi. Me hundo en la profundidad más oscura. Todo esto fue hermoso, vívido, casi intangible. Me incorporo, mis lágrimas se agolpan en mis ojos...y hacen surcos en mis mejillas. La soledad vuelve a instalarse en mi alma, en mi corazón. Estoy sola, sola y él, allá lejos .....

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