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lunes, 6 de febrero de 2012

Jorge Ofitas Escritor Apenas, queda tinta en mi sangre.

No puedo hallar un resquicio para amarte, apenas queda tinta en mi sangre, con este temporal norteño, tampoco hay calor, se llevaron los leños… Visualizo la playa partida por el invierno, parecen la gloria las nubes rojas mezcladas con sal y la orquesta del viento no está… La poderosa trama carece de sonrisa para el que ama y no puedo vivir sin tu sonrisa, sin la belleza que atesora ese Dios que hay en ti, que ríe y llora… Dónde estarás ahora… Mi brisa bella, mi caricia doncella, mi fragancia adosada, mi piel erizada, mi tumulto de besos tiernos pausados tras la tormenta de tu mirada profunda que nubla mis sentidos… Amor, tú mi soporte vital, te has ido… Oh tierra mía, que le diré a las olas en la “atardecía”…. Mil brazos tiene la Deidad de esta compasión que siento por mi poeta manchado, de barro salpicado, sin besos marcados del carmín de tu boca dibujada, por un artista, que fue maestro de cupido… Mi corazón se para lentamente, lo siento, mi poesía es un esperpento regalado, desde que huiste de mi lado, buscando al viento enjoyado, dónde una vez, besé tu despertar… 
No puedo hallar un resquicio para amarte, porqué ya no eres mía, y sólo en mis sueños, puedo amarte, amarte… Qué me has hecho, mi corazón no existe y, duermo con la esperanza de morir… Qué me has hecho, que el aire no me basta para sostenerme… Abrazado a mi almohada, pido un último sueño. Del que jamás quisiera volver…. ¿No sabes lo qué has hecho? ¡Yo te lo diré! Amor de mis días ¡Te prometo que yo te lo diré! Me has herido de muerte, ¡Sí! ¡De muerte! Y debo seguir andando el camino, y buscar posada y sustento... Una vieja mesa, en el último rincón, con la vela apagada y, un jarro de vino. Si, con eso bastará... Para llorar por dentro y empapar, mis pupilas, henchidas de llanto... Y al recordar tu estampa, una lágrima fugitiva, será del llanto amargo, la misiva... ¿Qué me has hecho?. Que en silencio quiero morir… 
Qué me hiciste. Con ese silencio, qué más que silencio, son puñales de muerte… Qué me hiciste, mis ojos, añoran el oreo, de la templanza robada, mi oído, perdió de la música el sentido… 
Pues, no encuentro un resquicio para amarte, apenas, queda tinta en mi sangre… 


Autor poema: Jorge Ofitas.
Sevilla. 2012. ©.®.

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