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martes, 21 de febrero de 2012


Patricia Moure Oviedo
Entre rosas y espinas
se resbala la vida,
construyendo caminos
de encontrados momentos
espinas que profanan
la adolorida carne,
y rosas que embellecen
dulces horas de calma.


¡Puede más una rosa
que cien dirás espinas!
un capullo de ellas,
bien vale mil espadas;
la dicha, que se logra, 
por sobre los escollos,
es feliz horizonte
de una vida lograda.


Por eso, no te duelan
las espinas clavadas,
aunque llaguen tu piel
y trastoquen tu calma,
si al final de la senda
hay una aurora blanca,
como una rosa roja
asilada en tu alma.
Alfonso Esteban Jerez

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