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miércoles, 4 de abril de 2012

La felicidad esta en tu interior
de



La felicidad esta en tu interior, en la forma de mirar, y no me refiero a mirar con los ojos, sino mirar con el corazón.
Consiéntame relatarle lo que aprendí, hace algún tiempo, cuando traté, a un hombre que estaba muy feliz y a la vez, estaba muriendo.
Un soldado cubano, fue enviado a la guerra de Angola y regresó a Cuba gravemente herido, aquel soldado quiso vivir y lo consiguió, llevaba prótesis en las piernas y en los brazos, unos ojos de cristal que no podían ver y aún así, en las apenadas condiciones que yo le miraba, me comentó, que la vida le había dado otra oportunidad, y ahora que no contaba con sus propios ojos en la cara, se cultivó, para ver con el corazón.
Esto hoy que escribo, acaeció en el mes de agosto del año 1985, estaba yo reclutado en el hospital Naval, de la ciudad de La Habana, cuando conocí, a esta persona que necesitaba, ayuda de los demás, para hacer casi todas sus cosas, fue una suerte que consideramos, poder auxiliarlo era para mí, la mayor bendición de la vida.
Me dijo varias veces que se consideraba, muy feliz de poder contar lo que le pasó, aquel hombre siempre estaba de bromas y en su cara destrozada lucia una sonrisa invariable, esto es un hecho real, no voy a escribir su nombre; nunca le dije que escribiría su historia, lo escribo tal como él, me lo relató…
- Esto me sucedió en Angola, yo era zapador, una profesión peligrosa, en la que sólo te puedes equivocar una vez, el día que esto me ocurrió, era el final de la tarde casi oscureciendo, un día de intenso trabajo, nos habían dado la orden de desactivar las minas de un puente, por donde debía pasar el ejercito esa madrugada, ya terminando la faena me reventaron tres minas que al parecer estaban muy viejas y detonaron, si darme cuenta ni tiempo para pestañar, en un instante de segundos, me arrancaron los brazos, la vista y las piernas, a mi lado un compañero también cayó herido, a él lo recogieron para llevárselo y atenderlo, pero a mí me dejaron, estaba desecho, desde el suelo empapado en un charco de sangre, escuche una voz que decía:
- A este lo dejamos porque está muerto, yo trataba de pasarme las manos por los ojos, sentía la sensación de tenerlos llenos de tierra, pero no podía, solo pude gritar con las pocas fuerzas que me quedaban…
- ¡No me dejen, que estoy vivo…!
Así fue, que al escuchar mi voz, se dieron la vuelta y me recogieron, me llevaron a un hospital de campaña, que teníamos en el campamento, los médicos cubanos, no daban muchas esperanzas, pero yo tenía inmensas ganas de vivir, me dije voy a salir de esta y aquí estoy. ¡Jodiendo…!
Era impresionante verlo, pero tenía tan buen humor, que daba gusto estar cerca de él, siempre contaba chistes, aquel soldado y hombre de gran valor, me dejo un gran recuerdo en la mente, y una enseñanza para la vida en el corazón, ese día me dije que si él podía ser tan feliz, yo no podía dejar de serlo, ni aunque me llegaran a faltar las extremidades y la vista, este hombre era un templo de positividad
Aquel día aprendí a ver la parte buena que hay en todas las cosa que nos suceden. Aprendí que la positividad es una de las claves para ser feliz y tener éxito en la vida.
No importa de dónde vienes, no importa donde estés, ni lo que tienes ahora en estos mismos momentos, no importa la condición en que te encuentres, lo único que realmente es importante, es dónde quieres ir, los pensamientos cresen en la mente, ellos son los que verdaderamente nos llevan de la mano, hoy es el primer día del resto de la vida, nada es mejor que ser feliz, está demostrado que el estrés es un veneno que mata y es necesario reír, reír todo lo que se pueda, a pesar de todas las adversidades que nos podamos encontrar, la risa es una terapia que no cuesta dinero, la vida es sólo un juego importante, pero como todo juego es limitado, aprovechémoslo para jugar bien y disfrutar sacándole el máximo al partido que ya comenzó y aún está por terminar…

Muchas gracias a todas las personas que leyeron esta historia, un hecho real, parte de mi libro titulado A Merced de la Corriente, anecdotario que aún está por terminar.

Autor: Gustavo Lazo Oval
® Reservado todos los derechos de su autor

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