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sábado, 25 de febrero de 2012


PUENTES


Estamos encerrados en la isla
(una islita de nada).
Nos dejaron aquí
hace ya mucho tiempo.
(Demasiado.)
Una isla rodeada de sombras
por todas partes.


Primero nos hicieron picadillo
y luego nos cargaron de cadenas
y luego nos volaron los puentes.
(Por si acaso.)


Eso resulta lo peor de todo
(digo yo)
que nos cortaran los puentes
y nos quedáramos tan solos
diez millones de muertos.


Algunos no lo pasan tan terrible.
Han trepado a una roca
(que les costó lo suyo)
y están al sol. Se sienten calientitos.
(Aun viéndose en los huesos, algo es algo.)
Otros recogen conchas, caracoles.
(Se encuentra siempre alguno
sonrosado por dentro
como una oreja de muchacha.
Y, si uno lo pone en el oído,
se oye rodar el mar. Eso consuela.)


Otros se empeñan en comer (glotones)
a pesar de estar muertos.
les sale mal por eso de los puentes.
(Ya dije que era lo peor de todo.)
Como ya no se importa...
Ellos erre que erre. Cómo sudan.
Todo el día cavando,
arrancando raíces (más amargas),
pescando en los charquitos (nadie pica),
subiéndose a los árboles
(y, lo que es fruta, como no la pinten),
cogiendo los lagartos por la cola.
(los matan y los guisan. Porquería.)
Así pasan la muerte. ¡Qué trabajo!
Y luego, ¿para qué? Lo que yo digo:
Tanto penar para llenar el buche
un día y otro no. Vaya un negocio.


Mejor lo que hacen otros. Coleccionan
sellos (del interior, naturalmente),
o cuelgan estampitas por los muros
o cantan himnos a distintas voces.
(A veces es molesto. Desafinan.)
o hacen sonetos a la primavera
(que no se ve, pero ellos, tan contentos.
Tratando con poetas, cualquier cosa.)


Los jóvenes lo pasan distraído
con eso del deporte.
Y dicen que no andamos mal del todo
de medios delanteros y defensas.
No sé. Como no entiendo. Pero, al cabo,
para unos muertecitos sin ayuda
no es poco conseguir. Y nos da lustre.
Pero yo sigo con lo mío.


Lo que nos hace falta son los puentes.
Mientras no construyamos
los puentes otra vez y a toda costa,
siempre estaremos muertos y remuertos,
metidos en la isla
(esta asquerosa isla sin ventanas).
Sólo seremos unos tristes muertos
de mala muerte. No hay que darle vueltas.
Hay que hacer puentes (dale que le dale)
si no tenemos hierro,
cemento ni otras cosas,
con palos o con cañas. O suspiros.
(Hay uno de suspiros no sé dónde.)
O con los corazones disponibles,
que alguno quedará por muy difuntos
que estemos todos hace tantos años.


Por ellos nos iremos de la isla
para volver al mundo de los vivos,
de los que pisan tierra ventilada,
limpia y fecunda (que la hay). Iremos
cruzando los abismos y los mares,
las tapias, los desiertos, los torrentes,
las estrechas aduanas,
los campos alambrados (o con minas)
y las praderas cenagosas
pobladas de reptiles prehistóricos.


Lo estoy diciendo a gritos. Faltan puentes.
Lo principal de todo son los puentes.
(Colgantes, subterráneos, levadizos.)
Hagamos puentes, puentes, puentes.
Y no me escucha nadie.
Y así estamos.


Ángela Figuera Aymerich

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