Me sorprendió y seguí mi camino. Escena repetida cada mañana...jugaba con mi pelo, iba y venía derrochando alegría, color y mucha ternura.
Discreta, observadora, cariñosa... esta mariposa seguia mis huellas, sabía de mis horarios, de mis caminatas y podía ver desde lejos mis sentimientos, acariciarlos y darles consuelo.
La veía reposar en las hojas de los árboles, así como emprender su vuelo y no descuidar a ninguna flor del sendero. Me buscaba si yo me perdía del camino, astuta era para dar conmigo.
Fue tal la empatía, que se hizo necesaria como las araucarias, como el pan de la mesa, como la caricia sincera, como el aire que respiro, como el agua que sacia mi sed, como la música que alegra mis días.
Eres tú Mayte, la mariposa que rodea mi ser, que me sostiene y me ayuda a crecer.
Muchas gracias, preciosa amiga.
S Flores, D Res Julio 2010
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