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sábado, 7 de julio de 2012



Sylvia Flores
Enredarme contigo en la hierba del campo, suspirar con tu perfume de hombre recién bañado, embriagarme de tu presencia bajo el cielo estrellado.
Perderme en tu cuerpo, como las gotas de lluvia en un charco, que se agrandan en círculos sin mediar palabras, solo con tu canto.
Iluminar mi alma con tu sonrisa inquieta, esa que dibujó ante mis ojos extasiados.
Amarte ciega. Amarte con el silencio de mis manos. Amarte y adorarte siempre. Amarte hasta enloquecer, con el más pleno deseo. Con esta copa de vino inconclusa, cuando la recibí de tu ardiente mano, y todo vibró en las paredes de mis venas, liberando ese manantial orgásmico que te cubrió de amor en la silenciosa noche, de aquél invierno que nunca volverá a resucitar, que se convirtió en cenizas en el olvido nunca esperado.

Sylvia Flores, Chile.

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