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viernes, 3 de febrero de 2012


“Abril venía, lleno


todo de flores amarillas:


amarillo el arroyo,


amarillo el vallado, la colina,


el cementerio de los niños,


el huerto aquel donde el amor vivía.


El sol ungía de amarillo el mundo,


con sus luces caídas;


¡ay, por los lirios áureos,


el agua de oro, tibia;


las amarillas mariposas


sobre las rosas amarlllas!


Guirnaldas amarillas escalaban


los árboles; el día


era una gracia perfumada de oro,


en un dorado despertar de vida.


Entre los huesos de los muertos,


abría Dios sus manos amarillas”.


Juan Ramón Jiménez 

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