Porque un tren cuando parte
se lleva en los vagones
pedacitos de recuerdos.
Porque da melancolía ver
como se aleja sobre
esas vías solitarias
que crujen de viejas.
Porque las ventanillas
se cierran cuando
se sueltan las manos
que aprietan desde el andén
las otras manos que se alejan.
Porque no le pidió permiso
ni al dolor,
ni al tiempo,
ni al espacio,
para atravesar el aire
en su reciente partida.
Porque cruza los caminos
y no descansa,
mientras el destino
llora su ruido
por los rincones
de la casa.
Un tren que parte
deja una estela de deseos
indefinidos, incompletos,
marcando un camino
de retorno hacia el corazón
que espera su regreso.
Pero el corazón ignora
que otro será el tren
que devuelva los sueños
entre las vías del recuerdo.
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