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viernes, 13 de julio de 2012



LA DERROTA DA PRUEBAS DE QUE ESTAMOS VIVOS


Recuerdo dos horas seguidas. Luego un abatimiento. S e filtra bala luz, pero anochecia. Yo era otra. ¿Dónde estará aquella ropa?Era la misma que soy ahora.

Menos cosas que recordar menos vida, o más vida, o poca vida. O ninguna vida por delante ni hacia atrás. Mi vida. ¿Qué es mi vida?Estaba sentada en otra silla: lo recuerdo,estructura de madera recubierta de lona.Sobre una mesa con el cristal resquebrajado escribí un poema, ¿o era el mismo poema? Un ansia de recordarlo invade todo y decido escribir cinco o seis poemas más. Me llevan a raros lugares donde estuve.

No sufro.Sufría. ¿Mejor o peor? Abatimiento porque recuerdo la misma soledad.La misma soledad no me convierte en otra persona. Será ése el hilo, mi fantasma, mi amor,el que me eleva y me deshace, pero no me perturba. Sería cuestión de sentir distintas soledades. Varias soledades.Que muchas soledades se agolpasen de pronto para ir al supermercado, o sintiendo deseos de ir al mar.

Que todas las soledades se dispersaran para confundir ésta: tan real.Y al ser tantas, podría elegir matices,colores, estelas: varios poemas para varios estados y no escribiría el mismo poema al repetir esta exhalación que sólo oyen ciertas solitarias al chafar la colilla con la punta del zapato.
Concha García poeta española

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