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lunes, 7 de mayo de 2012


Sol Elk
El latido de una historia

Corazón indómito
que buscas borrar ausencias
rompiendo el equilibrio
entre silencio y soledad,
tienes en tu arterias
la incontenible sed de su amor…



Lates,
latías la primera vez
que descubriste sus ojos.

Lates,
latiste mil veces
cuando sus labios hambrientos
te arrastraban a su conjuro.

Lates,
¡y cómo latías!
cuando refugiados
entre goma espuma y algodón
se prometían el mundo.

Lates,
y sigues latiendo
hurgando en las anécdotas y el pasado
buscando el milagro del sosiego
a tu ritmo desatado.

Lates,
pero también latiste pausadamente,
muy lentamente,
casi al detenerte,
¡siendo así la metáfora viva!
de la tristeza de ese día,
cuando el más nítido recuerdo
que se te brinda,
es el color de su pelo
y la indiferencia de su espalda
alejándose…
de tu sangre, de tus pálpitos,
sin mediar palabra
ni plantar excusas.

Y así lates,
hundiéndote en noches
de pensamientos interminables
y días de ojos inundados,
escribiendo cartas,
rogando la clemencia
de una explicación.

Y lates…
latido que lates
para no dejar de latir,
y solo eso haces
lates,
envejeciendo,
esperando una respuesta.

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