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lunes, 26 de marzo de 2012

Pasiones de un ausente enamorado Este amor, que yo alimento de mi propio corazón, no nace de inclinación sino de conocimiento. Que amor de cosa tan bella, y gracia que es infinita, si es elección, me acredita; si no, acredita mi estrella. Y, ¿qué deidad me pudiera inclinar a que te amara, que ese poder no tomara para sí, si le tuviera? Corrido, señora, escribo en el estado presente, de que estando de ti ausente, aún parezca que estoy vivo. Pues ya en mi pena y pasión, dulce Tirsi, tengo hechas de las plumas de tus flechas las alas del corazón. Y sin poder consolarme, ausente y amando firme, más hago yo en no morirme que hará el dolor en matarme. Tanto he llegado a quererte, que siento igual pena en mí del ver, no viéndote a ti, que adorándote, no verte, si bien recelo, señora, que a este amor serás infiel, pues ser hermosa y cruel te pronostica traidora. Pero traiciones dichosas serán, Tirsi, para mí, por ver dos caras en ti, que han de ser por fuerza hermosas. Y advierte, que en mi pasión se puede tener por cierto que es decir ausente, y muerto, dos veces una razón. Gustavo Adolfo Becquer

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