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lunes, 2 de agosto de 2010

Emociones, de María Elena Astorquiza

Cómo es de sabio y lábil el corazón,
se acomoda en segundos al color de una emoción,
pasa de la alegría a la pena, sin apartarse de la razón,
y nos permite transmitir aquello que sentimos
sin que la expresión de los alegres sentimientos,
nos vuelva ajenos al dolor y al sufrimiento.

Cuando feliz recibo dulces muestras de cariño,
se nublan mis ojos por la ternura que en mí nace,
así también al ver esas imágenes que me muestran
como sufren una tragedia mis hermanos,
mi corazón cambia de la ternura a la tristeza,
y son ahora lágrimas de angustia las que lloro,
porque ver sufrir a otros me quita toda la entereza.

Todo esto me hace reflexionar y tener presente
que la vida está hecha de momentos,
momentos felices y momentos dolorosos
que quisiéramos de nosotros por siempre ausentes,
momentos en que nos puede la rabia y la impotencia,
que ponen a prueba nuestra fe y nuestra paciencia,
dejándonos sin entender cómo podemos entonces
seguir viviendo y conservar la inocencia,
sabiendo que existe naturalmente la muerte,
pero aceptando difícilmente la destrucción violenta
por fuerzas involuntarias de la naturaleza,
que aunque no sean de verdad culpables,
destrozan tantas ilusiones que recién comienzan.

Ay corazón mío esfuérzate en hacerme entender,
que no está en mí hacerlas retroceder,
pero hazme también ver que en aquello que de mí
sí depende para hacer de la vida algo mejor,
esté dispuesta a poner siempre mi más grande empeño,
para hacer triunfar por sobre todo a la fuerza del amor.



María Elena Astorquiza V.
Santiago, 2 de agosto del 2010
http://enmiplaya.blogspot.com/

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