Al pie del altar, en tu reclinatorio,
he soportado horas de fluctuación.
(Delirando, sin sentido, en sólido febril)
En medio de la brizna salvaje y el frío.
Inescrutable ciénaga, umbrosa estepa.
Mocedad de la pasión, de tanta ineptitud.
(Tú en mi médula, artilugio de la gota
más ínfima del cauce, núcleo y existencia)
Arrebato asolado desde un delgado sigilo.
Quedaste dentro de una vasija, perdida
en el espacio de los recuerdos desechables.
Hoy escribo sin saber a quién le escribo.
(Si yo no soy, o tú, tal vez no existes)
O ni siquiera fuimos, entre otros tantos…
©MonicavMüller
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