Jose Manuel Guijarro Velasco
No me instalaré en la tentación
pequeña, ni universal,
tampoco en esa parte de la ensoñación
donde pareces tan integrado
que sientes la presencia del tacto,
no en la desconexión espacio-tiempo
de la profunda fusión de dos seres .
No me instalaré en el ocio,
ni en el oscuro dolor de una sonrisa reprimida,
tampoco seré el último odio
al genocidio de lo global,
veneno amargo y destructor
a la individualidad plural,
autocracia emergente y pastoril .
El claro-oscuro de los ahoras,
luz y olvido
en el recuerdo distendido
de los mañanas .
No me instalaré en el lucro,
ni en el recuerdo del paraíso
o en el divagar en una existencia futura,
tampoco en el escarceo de disyuntivas resueltas
tras las cortinas de la vergüenza y
la doble ventana de moralidad propia e impuesta,
asomado sin salir por completo de mí,
por no perder perspectiva abyecta .
No me instalaré en la abstinencia
ni en el fuera de lugar,
tampoco en el gaudeamus del botón
que cancela el pensamiento y enciende la intuición,
traicionera verdad íntima, expuesta y desnuda .
Máscara que cubriendo
el rostro total, como norma,
causa enrarecimiento
si no es retirada de sincronizada forma .
No en el prolongado estremecimiento
sobre la siniestra espiral del placer y la razón .
Elegir la preferencia sensorial como serpa .
No me instalaré en lo evidente,
ni en tener a los revolucionarios por superhéroes,
tampoco en alma inconformista en estampida
hasta un fin absoluto, y en esa herejía
infectar todo lo inerte .
No en el bienestar y placebo
de adquirir cualquier ornamento
de idéntico coste al subsistir de una horda
en otro lugar, en el mismo momento,
tampoco en la terror-comedia que cobra el horror en pantalla dotando de una ironía e indiferencia tan soez como absurdamente necesaria .
La ondulación frente al liso,
sombra de lo que seré
entre astros y estrés .
No me instalaré en lo vano
ni en una lluvia de tristeza o una luz absoluta,
tampoco en la subterránea,
fría y viscosa invasión de el asco,
miedo a una caída cercana,
grito en mis entrañas, ronco de tanto gritar .
No en ignorar todo lo que no me hace pensar
trazos de los que brotan melodías,
esas manos de Jazz,
la irreverente fuga de todo orden opcional,
la alternativa .
Provocar respuesta
( normal y extraño
como un gay-lesbiano )
y asombrarme de que esta
desencaja de la que instantes
antes presentía .
No me instalaré en un litro de té con bollos
ni en dar sin esperar nada a cambio
para quedar altruista y siempre colmado,
tampoco en el tiritar en la inmensidad
de mis nervios .
Bajo el agua tibia
esas rudas esponjas que arañan la piel .
No, no me instalaré en un baño eterno
ni en emborracharme de lo irreconciliable,
tampoco en cocinar para los demás
encontrando paladares
o en las sales revitalizantes diluidas
en halagos o críticas que el espejo guarda
para cada ocasión .
¡ No,
en nada me instalaré!,
pero…
Y ésta es mi gran traición,
tampoco renunciaré…
Luz y olvido,
al recuerdo oscuro .
En las afueras .
A petición de E. M. Cioran en sus Quimeras .
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