El Borracho y las Fiestas Patronales ( Cuento- Tarea del Taller)
de

, el Viernes, 11 de mayo de 2012 a la(s) 23:22 ·
El borracho y las fiestas patronales (Cuento, Tarea del Taller)


Corría el mes de mayo, y recién pasaba el verano, los sobrinos y los nietos ya casi listos estábamos, todos muy bien mudados, con la ropa de domingo; después de misa era tradición ir a las fiestas patronales en honor a San Isidro. El pueblo se ponía de fiesta una semana completa, entre “carritos chocones”, el bigorón y la cerveza para los grandes, y para nosotros el maní garapiñado y la manzana escarchada, también algodón de azúcar y churros rellenos de caramelo, era un dulcero imposible, ¡Qué belleza aquellos tiempos!

Pues como siempre mi tía, la última en arreglarse, complicada de por vida, ya por la ropa escogida, o por el tinte mal hecho de sus canas, iba por siempre “de chicha” (enojada) y además acongojada.

-Nunca me avisan a tiempo! – decía con poses de diosa.

-Ya saben que no me gusta que me vean con cara de loca, ahí estará todo el pueblo, qué es eso? Me “jartarán” las vecinas, la esposa del verdulero sobre todo, me tiene una envidia! Van a decir: A esa vieja ya le cayó la huesera! Dios guarde! No señor, se esperan que ya casi termino.

-Ay Señor! –decía mi tío, ya la misa está empezando, sino nos vamos ahorita, nos va a tocar de a parado! Mirá mujer, ya no aguanto! Nos vamos yendo primero, sino no agarramos campo, ahí nos alcanzás luego!

_Qué viejo tan majadero!- está bien vayan jalando, yo llego! -dijo mi tía encrespándose el pelo.

Y nos fuimos muy contentos, íbamos hasta cantando, y llegamos justo a tiempo para ver la bendición de animales que era la ilusión de los más pequeños; cabritos, gatos y perros, alguno que otro conejo, miles de vacas y mulas, y los burritos pequeños, engalanaban la calle con sus moñitos y trajes.

Y por fin salió mi tía, casi una hora después, con taconazo y cartera, y una bufanda muy linda que le regaló una nuera; iba apurada y corriendo, ya las calles despobladas sugerían al tumulto que la Iglesia aglomeraba.

Y a los doscientos metros, por ir buscando en el bolso, el espejito pequeño que le regaló el tío Alfonso, se fue mi tía a una zanja de más de dos metros de hondo. Y por más que grito la pobre, entre ruidos de campanas y atronadoras bombetas, se desgalilló todita y nadie pudo escucharla.

Pasaron casi tres horas y nosotros disfrutando, entre la Rueda Chicago y los Caballitos Mágicos, comimos como cosacos, mientras mi tío pensativo, viendo el reloj nos decía:

-Pues nunca llegó su tía! -Y ya no creo que llegue, a lo mejor se enojó,voy a llevarle unos churros pa`arreglar la situación; ustedes solo un ratito más y bajan después de nueve, quedan con su primo Juan Carlos, ya saben a hacerle caso! y no me comen más cochinadas porque terminan purgados. Y preocupado decidió ir a la casa a buscarla.

Mi tía solita en el hueco, ya oscuro y frío en la noche, escuchó golpe de pasos y se quedó pensativa, dispuesta a gritar con toda gana, a ver si alguien la oía y venían a rescatarla.

Un borracho que pasaba, alejado del tumulto, iba hablando en voz alta para consigo mismo:

“La vida tiene putadas
que nadie puede entender
como que nací poeta
y me arruinó una mujer.

Es el misterio divino
dormir, comer y sufrir
engancharse de una vieja
y volverse un infeliz!

Yo propongo que a toditas
las echen en una zanja
y cuando pidan ayuda
que venga el Diablo a sacarlas!”

Y va gritando mi tía, a todo pulmón de pronto:

-“”””Por favooooooorrrrrr ayúdenmeeeeeeeeeee!!!!! Estoy metida en el fondo!!!”””””

Y en ese mismo momento, el borracho se agachó para oír con atención:

-Ayuuuuudaaaaaaa!!!! -Sáquenmeeeeeee de aquiiiiiiiiiiiiií!!!!!!!

Con el ritmo acelerado y los ojos muy abiertos, se paró el pobre de un salto y se dijo descubierto:

-A la puta! Soy el Diablo!

Y corriendo calle abajo, como quién ha visto a un muerto, se perdió entre aquel bullicio y la algarabía del pueblo.







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