de
·
No es la luna que quieta
retuerce las miradas
hasta besar el dorso
de su propia historia.
No es la tierra que baila
sobre el mismo candil sideral;
… sus manos ya desprenden
ramas quebrando recuerdos,
… su pasado ya despide besos
de sal fosilizada.
No, no es el encuentro
de la tierra y el mar
y de éstos con las nubes
danzando nuestros temblores.
¡ Jamás…jamás pudo serlo ¡
Y nuestros ojos
deslumbrándose están
con sombras de colores,
cabalgando esas nubes
torpes y lascivas.
¿Donde entonces
las raíces de nuestros miedos
y el conjuro de las alegrías
si no hay cielos ciertos?
¿Donde las respuestas
para morderle las manos
a las umbrías de mis dudas?
… ¿Dónde?
Extinguidos están los latidos
de la madre tierra,
tantas veces evocados.
Un charco de agua gris,
agonizando está bajo el sol.
Brilla con su último estertor
y escupe imágenes postreras.
Las respuestas elevan
sus velos sin color,
respirando por cascajos.
Estuvieron lejanas,
sin distancias a pie,
con nuestras manos dentro,
inquietando canales viscerales.
Serán nuestras entrañas
construyendo nuevos senderos,
nuevas borrascas sin destinos;
y si alguien ha de llegar,
pionero por siempre ha de ser
en sus miradas interiores,
conversas e insurrectas,
de sus propios
mosaicos libertarios.
Ojo, mosaico, peke. Fotomontaje de la artista Edel Rzepka
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