En mesa de cedro juntas reposaban,
Dos hojas vacías, de blanco papel,
Junto con los que hicieron aparecer,
Suaves versos, lápices que descansaban.
En una se hallaba el tejido de un sueño,
La otra se llamaba: “Solo es mi deseo”,
La pluma del sueño se puso a decir:
“Mis versos perfectos, dignos de reinar,
Los tuyos ni en sueño podrán igualar”,
Con gran orgullo se puso a presumir.
“Escucha esto: A tu lado quiero vivir,
Es ese mi todo, todo mi soñar,
Mi ilusión sagrada es a tu lado estar,
Y que compartas conmigo mi existir”.
En una se hallaba el tejido de un sueño,
La otra se llamaba: “Solo es mi deseo”,
Entonces el otro lápiz lo miró,
Mientras en voz muy bajita murmuraba:
“Amigo, si usted tan sólo me dejara,
Decir lo que llevo”. Y entonces cantó:
En una se hallaba el tejido de un sueño,
“Tu sonrisa es sol, que alumbra con calor,
Más que a la vez nunca jamás sed dará.
Calidez con frescura regalará,
Olas doradas, y brisas de verdor.
Tu risa es canto de suave ruiseñor,
Melodía cuál jamás se escuchará,
Canto que un ángel, del cielo, cantará,
Verdadera pureza del corazón.
Solo es mi deseo, y es ver tu sonrisa,
Solo es mi deseo, es escuchar tu risa,
Solo es mi deseo, que toda tu vida,
Nunca pierdas tu risa, ni tu sonrisa”.
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