Dulce misteriode María Elena Astorquiza
El sol rojo del ocaso
me encandila la mirada,
mientras con la vista lo sigo
hasta que adormecido se esconda
detrás de las montañas,
después ya pierdo las formas,
solo veo confundidas las sombras
entre el todo, la mitad y la nada.
Como el sol abrasado en llamas,
a mí me encandilan también tus pupilas
cuando tus ojos me miran
y besándome me dices que me amas.
Medio enceguecida y temblorosa
entre mis brazos te estrecho
confiando en que tú contengas
con el mágico escudo de tu cuerpo,
a esas asustadas mariposas
que revolotean en mis entrañas
queriendo arrancar presurosas.
Qué es lo que tienen tus ojos
que me atrapan y no paro de mirarte,
que es lo que tienen tus palabras
que aún si apenas me nombras,
mi boca desesperada se apega a tu boca
como a un imán se apega el hierro
y locos te muerden mis labios rojos
tratando de romper tu silencio.
Que dulce misterio encierra tu pecho
que aunque mi pelo vuele al viento
siento que hasta el aire se me acaba
cuando ansiosa recorro tu cuerpo
tratando de cubrirlo con mis besos?
María Elena Astorquiza V.
Santiago, 3 de Diciembre del 2011
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