La perdí de mi vida;
en vano en los plurales rostros,
el fulgor busco de su fluido divino;
no hay copias de sus ojos;
tan sólo un hombre vino con ellas a la tierra;
no hay pupilas iguales.
Redondo el globo banco, mundo que anda despacio;
y la pupila aguda, cazadora y ceñida;
y la cuenca de sombras por rayos recorrida.
(Pretextos de que nazca la llama y logre espacio.)
No más bellas que tantas otras bellas pupilas.
Tantas. Si las prendieran en desusadas filas,
como collar del mundo, serían su atavío.
Pero lo que adoraba no es lo mejor:
yo busco un modo de asomarse;
el luminoso y fuscores plandor de dos únicos orbes
lo que era mío.
-
-
No hay comentarios:
Publicar un comentario