PARA QUE NO LEAS POEMAS SIN CORTESÍA DE LILIANA SANTACROCE
Danzan alocadas las formas no estructuradas que deambulan por mi cerebro.
Hoy es día de lluvias etéreas no permitas que decaiga mi nobleza que bastante atropellada queda cada día,
cada noche cuando no miras.
Desemboca el extraño sabor amargo a mis fauces de leona herida,
he comido hambrunas de otros destinos.
Sobre estepas de inciertos caminos andan los más crueles destinos de mis ironías,
ojalá no me encuentre con ellos
ya me desconocen y morderán el polvo de mis caminos.
Hoy pude decirte adiós pero con cruel fantasía me quedé callada,
quizás estropearía mi muerte de ésas tantas que he tenido,
sin que nadie se diera por satisfecho.
Mirarte a los ojos se me imposibilita la huida.
Llevo tragedias de horas apagadas.
Destellando ideales aquietaron impecables los cuatro albores de mi amanecer,
con cada uno me fui pariendo historias como para que no se dieran cuenta empecé a zozobrar.
Soy dueña de mentiras de ésas que abultan demasiado mi cartera.
Me aflojaré sobre el regazo de lo no incierto,
con él me iré bailando valses con ciertas flojeras.
Hoy pasaron por mi cabeza cuatro ideas exterminadoras.
La primera era el olfato de mentiras culposas que no me llevaron a nada,
la segunda un disparo en la sien así se solucionaría tanto silencio,
la tercera corromper el manto sagrado de la inocencia que nunca tuve,
abusar de él para envolver mi astucia,
y con la última mirada de muerte acribillada,
dejaré los pasos acumulados,
para que otros recojan flores de papel,
tirados sobre mi almohada.
Me podrías haber dicho que sí,
y todos seríamos felices, me podrías haber negado
y hoy, yo no sería ni cruel ni desgastante sonido,
perceptible siempre a conciencia de tus muecas y olvidos.
Como mi cama quedó húmeda antes que amaneciera,
desplegué las sábanas sobre los hilos de la venturosa mañana,
llovieron sobre ellas inmaculadas caricias que no se dieron.
Permíteme ser tesoro, de tierras exóticas.
Caudal de un río con aguas menos contagiosas,
aros de cebolla envolviéndome en mis capas,
permíteme lo que quieras minutos antes de nacer de tus entrañas.
Ya sé te me volviste a caer de antaño, sabía de tu precario minuto de vida.
Sé con él me fui horadando destierros sin culpas ni despidos.
Perdón por la hora, por el minuto, por la caricia y por el balbuceo.
Acallaré palabras para que no escuchen,
los oídos necesitan más música y menos salsa de tomates.
Hoy vendré por ti. Será que amanecí cautelosa a tus elogios.
Desenvolví de una toalla la estupidez de desafiarte desnuda,
ambiciosa, amarga, letal, con palabras inciertas.
Que nunca debí dar
Imagen de http://comunidad.fotolibre.net
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