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lunes, 2 de enero de 2012

Las arenas del destino conjugaron cruelmente en mi vida el verbo doler. No lo pedí,no lo merecí,solo sucedió. Dejó una cicatriz tan visible en mí que mis acciones siempre huelen a él. Mis versos están teñidos por su color, mis pensamientos por su textura. Algunos me esquivan por ello como peste, otros me juzgan de pesimista o triste. Los observo con pena,no comprenden los miro sin criticar,no conocen mis secretos. GRACIELA IRMA COLOMBO 2-1-12

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