Umbrales
Abrir el lacrado antiguo
que me separa de la esperanza
con un suspiro que no roza
y en la lengua una mordaza
tan vieja como el peligro
desconociendo el camino rumbo a la meta
para volver tal vez al principio o quizás
encontrar por una vez la tierra
el árbol de las bondades y agüita fresca
o un nuevo final que todo lo rehaga
en alambiques de serenidad sin arrogancia.
Algo crepita en mi conciencia
con fuego de hambre y de precariedad
la de mi verbo que se muere sin la tristeza
la de mi piel que se ausenta y perece sin ellos
un algo que no me atrevo a nombrar
pues dicen que si lo nombras, entra
y si entra se quedará
asolando cualquier hacienda
hostigando la oportunidad
de alcanzar como excepción
la verdadera felicidad
allí, bajo el arco de una ceja
o aquí, aquí mismo
en el umbral de la agónica soledad…
Carmen Soriano Lopez
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