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LA PALABRA DORMIDA.
Bajo la plenitud adormecida que cubre la palabra, corre un rìo de hembra que sueña.
Caminos salobres.
Hùmedos secretos que se abren a fuego lento como el girasol que busca la llama generosa y propicia.
Un almizcle. Un vuelo remontado con bríos de amanecer. Una savia burbujeante y reacia. Eso concitas en mì.
Regocijo de aguas.
Cuerpo de ánfora y pàrpados despiertos hacia tì y a través de un arcabuz oyes la palabra silente que se desprenden como rocas de mis labios con ganas de azules.
Delante de tì, la palabra se desbroza y me salpica. Tu miras tus mares. Yo miro tus ojos.
Cuerpo de olas que llegan a mi orilla desnuda y palpitante.
Fragancias.
Me hueles a gaviota intensa en su abulia de aromas de vuelos fecundos.
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