Miguel Rubio

A LA CALLE


Volveré a calzarme
las zapatillas voladoras
de los veinte años.
Daré la penúltima arrancada.
Pero saltaré a la plaza
como un toro resabiado.
He perdido demasiada sangre
para dejar ahora
que nos quiten la Libertad
unos usureros con nombre de Banco.
Ya no quiero mas tonos grises,
ni mas cerebros tapiados
Quiero que todos los niños
vivan en un mundo de colores.
Que puedan saltar de color en color,
por todo el Arco Cromático.


Y saldré con los demás,
a tomar las calles como hace años.
Y volveré a gritar,los mismos gritos.
Pero esta vez,no llevaré banderas,
ni pediré estatutos ni vainas milongueras.
El pasar de los otoños desgüaza los mitos.
Los únicos que no tienen pies de barro,
ni gestos de autoridad tirana
son los hombres más sencillos.


Buscaré por los cajones
el viejo pasamontañas,tan grande,
que al darle la vuelta 
disimulaba un Ushanka,el gorro ruso,
que me hizo mi madre.
Sólo esa prenda de lana negra
sabe más de ilusiones libertarias,
que muchas de las nuevas banderas,
las pancartas recién pintadas
y los nuevos estandartes.


Dejemos de ser marionetas,
sombras chinas en la pared,
dejad de hacer el avestruz
y quitaos las orejeras.
Hay que salir a la calle
y defender cada bordillo
de cada liberada acera.
Si salimos todos a la vez,
seremos tal estampida
que no habrá lugar a la violencia.


Tomar la calle es la única salida.
Abrazarla como una hiedra
y plantar cara a lo que venga,
para no perder un centímetro
de Libertad verdadera.