Luna Africana (Cuento), Segunda Parte.
de Karla Stöker
Karla Stöker. Derechos Reservados.
-Puedo hablar, no fue el golpe y deberías pensar qué vas a hacer conmigo.
Aunque mi cabeza pensaba mil cosas a la vez, aun no podía creer que una flor, por más bonita que fuera, me hablara. Esperé un momento, andaba de esquina a esquina en mi recámara y por fin dejé salir mis últimas palabras.
-Es extraño en realidad,¿sabes? me voy a dormir. - Y apagando la luz me eché entre las sábanas y las incómodas almohadas.
Acto seguido: 10.am, el sol traspasaba mis cortinas y finalmente un rayo llegó a alcanzar mis párpados cansados. Había despertado completamente y entonces miré a mi derecha. La flor-pensé. Levantándome de mi cama , recité unas cuantas palabras de agradecimiento por esa cálida mañana y entonces agachándome a recoger mis zapatillas oí una voz dulce que decía:
-¡Buen día!
-¿Tú de nuevo? - Saltando y gritando.
-¿Esperabas algo más? Ayer me dejaste práctica mente hablando sola, ¿que no sabes que es muy vulgar hacerlo?
Froté mis ojos, y entonces algo en mi me dijo que no era un sueño, no era el golpe ni un acto de magia, era real y tenía que aceptarlo.
-Bien, hagamos algo, tu te quedas aquí calladita y yo ahora mismo me cambio y me voy,¿vale? ¿te parece?¡ Pero que hago! eres una flor, ¿que te va a parecer a ti? te dará lo mismo. Calla y duerme, si es que las flores duermen...
Ya comenzaba a decir muchas tonterías, tomé lo que fuera y que me cubriera del sol, salí corriendo y como un rayo llegué a la casa de Therese , la cual estaba a unos 600 metros de la mía, cansada pero no enojada, toqué y grité: ¡Therese! ¡Therese! ¿Estás ahí? ¡Abre pues!
En menos de 2 minutos Therese ya había bajado y abierto su puerta la cual estaba raspada por los calores y los fríos, blanca y ahora más gris que la materia que posee el cerebro.
-Pero que pasa? -Asustada me gritó.
-¿Qué quieres que pase? La flor, la flor que me diste.
-Sí, ¿qué tiene?
-¡Habla, Therese, Dios! ¡la Flor habla!
-¡Caramba, ya tan rápido! Me dijeron que hablaría cuando estuviera lista, pero ¿tan pronto?
Me quedé pasmada de nuevo, no entendía y entonces comencé a preguntar.
-¿Lo sabes? ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Quién? ¿Una broma?
-Ninguna, la flor habla, pensé que lo haría en una semana o tal vez dos, pero ayer mismo...
-Explícame ahora que no entiendo nada.
Con más calma Therese me invitó a su casa a tomar una taza de café, pasamos a la sala la cual estaba hermosamente decorada de colores avinados y también brillantes, con el sol de testigo y en forma de luz, entonces Therese comenzó a decir:
-La flor es auténtica, te dije que te gustaría,¡y ve! lo sabía, ahora debes cuidarla, mira que yo también me sorprendí , me habían dicho que esas flores hablaban pero no lo creía hasta ayer que la señora de la floreria me lo acabó de aclarar, ella tiene muchas flores pero ninguna como la que tienes tú. No sabes, me dijo que ella tenía un defecto muy grande y que la persona que la tuviera debía saber cuál es, por eso también te dí esa libreta, apunta lo que te plasca de la flor. Ponle nombre, habla con ella, descubre quién es. Te cambiará todo tu punto de vista. Ahora mi amiga, deja de preguntar y mejor resuelve tú misma los misterios que te atraen y los que han llegado a ti. Me agrada que vengas.
Con lo que me dijo Therese me quedó claro que debía irme con la flor, caminé desconsolada a mi casa pensando que llegaría y ella estaría allí, hablando cosas que ni yo misma podía comprender. En fin, a intentarlo-me dije. Pasó tiempo, llegué a casa y entonces ahí estaba, moviéndose y hablando sola. No abrí la puerta rápido, si no que esperé y entonces escuché que decía de un tulipán que era muy apuesto, hablaba de orquídeas y girasoles, se reía de que a ella la compraran y no a una rosa la cual ya estaba muriendo.
-¡Qué flor tan irritable!
Me escuchó y dijo.
-Adelante, yo sabía que estabas aquí. ¿Que pasa? ¿te comieron la lengua?
-¿Cómo te llamas?
-¿Qué te gusta más? ¿Qué es lo que te agrada de la naturaleza? ¿Del día o de la noche?
-La luna.
-Mucho gusto, y tu eres...
-Clara.
Admito que fue una platica tendida pero también afirmo que nada aburrida, ella me hablaba de cómo creció en los campos de mi país y fue arrebatada de su reino, entonces tengo a una reina en mi recámara, Luna Africana, así se le llamaba. Un nombre que iba con ella pero al parecer era vanidosa, muy altiva con otras flores que no fueran como ella. Y así pase mi cuarta semana de primavera, con Luna, hablando de cómo le iba y como cree que le irá, cuidándola y poniéndole un bonito Capelo encima cuando caía la noche. Le había comprado una maceta de plata, o más bien la había pedido a mi tía la cual es rica y de plata hasta el corazón. Cambió mi vida en el transcurso de esos días, cuando hacía mucho calor la metía a la estancia y ahí siempre me ponía a leer un libro, cabe mencionar que nunca podía leerlo como quería ya que Luna siempre me preguntaba por qué esto o quién era aquel escritor, hacía preguntas compro metedoras pero astutas. Cuando hacía un tiempo agradable siempre la sacaba al balcón y ahí colocaba una silla y una mesita en donde yo tomaba té y ella los cándidos rayos del sol. Era raro que lloviera y entonces esa tarde, un miércoles, llovió. Yo había llegado de las compras y Luna estaba en la estancia, dormía o eso aparentaba. Y entonces me quité el sombrero el cual estaba mojado y entonces voy y digo:
-Luna, he llegado. ¿Luna?
-Ya te escuché, déjame un rato.
-Luna, ¿qué pasa? Cuéntame.
Ella se movió pero no dijo nada, esperé unos 10 minutos y me dí la media vuelta , entonces luna dijo.
-¿Qué harás cuando termine la primavera?
-Pues inicia la escuela, me iré y después vendré contigo, te diré qué me gusta y que no y también te contaré cómo me fue, la gente que conocí y todo.
-No podrás. Cuando abriste la caja de regalo venía una libreta, has anotado en ella solo tu nombre, debes anotar lo que te ha pasado en esta época.
-¿Qué quieres decir? Luna no te preocupes , haré lo que me pidas. Mira, la lluvia esta muy bonita. - No sabía que decir, resultaba que a mi flor, las preguntas le molestaban mucho, aprendí a ser calmada y discreta pero me preocupaba lo que le pudiera pasar. Entonces no me importó y pregunté: Cuéntame cómo era tu reino, las demás flores.
-Mi reino no se puede ver ni tocar, no es material para los humanos, aunque soy una simple flor , aun sigo siendo la reina, soy hermosa ¿Sabes? lo soy, no soy cualquier lirio ni cualquier flor de doble capa; soy una Luna Africana, sólo nazco cuando la primavera está presente, soy especial y mi belleza lo es todo, ¿que caso tiene la vida si no se es bella? no señor! La más especial de todas. En mi reino hay otras como yo, ninguna es igual , con personalidades complemente opuestas, tamaños y colores pardos, creo que soy una flor perfecta en un mundo imperfecto...
Que flor tan más vanidosa, hablando de su belleza como si fuera la única creación, en fin, escuché con atención y no dije mas, tomé la libreta y comencé a escribir todo lo que sabía de ella, su nombre, de dónde venía, quien creía que era, todo. Terminé haciendo también un dibujo de ella y escribiendo un poema de su personalidad. No fue hasta la noche del domingo que terminé leyendo algo irónico, concreto y a la vez triste sobre Luna.
La nota mencionaba algo que había pasado desapercibido, decía así:
Hoy escuché a Luna hablar, no sé sobre qué exactamente pero la escuché. Estaba hablando con las estrellas de nuevo, no entiendo por qué lo hace, en fin. Creo que la he cuidado, no le ha faltado nada ,tiene las atenciones de una princesa, pero cada noche se acerca más y más el colapso de la primavera e inicia una nueva etapa. A veces también en las noches me despertaba y miraba durante horas el techo, le había pegado unas estrellas que brillaban cuando la luz se apagaba y entonces Luna podía verlas también y se imaginaba su hogar. Las noches que hacía mucho calor no la cubría pero casi siempre le colocaba el bonito capelo de cristal y escuchaba cómo lloraba.
Continuara...
Lector: Una disculpa por las faltas de ortografía las iré corrigiendo en el transcurso de los días, ( lo menciono por que me faltó tiempo ) Gracias.
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